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ESPAÑA EN EUROPA

España es miembro de la UE desde el 1 de enero de 1986, el euro es su moneda desde el 1 de enero de 1999 y forma parte del espacio Schengen desde marzo de 1995. España ha sido un país europeísta desde su regreso a la democracia en los años 70. La adhesión a la UE ha sido fundamental en el proceso de consolidación de la democracia, el Estado de Derecho y los derechos fundamentales.

 

España en el nuevo marco presupuestario 2021 – 2027.

La aportación de cada Estado al presupuesto de la UE se calcula de forma equitativa conforme a sus recursos. Cuanto mayor sea la economía de un país, más paga (y viceversa). El presupuesto de la UE se centra en las necesidades del conjunto de los europeos. La UE gasta en España 12.270 millones de euros (1.02 % de la economía española. Por otra parte, nuestra contribución al presupuesto UE es de 10.314 millones de euros. (Datos 2018)

Con la salida del Reino Unido la UE dejará de percibir 13.000 millones anuales que Bruselas propone compensar con recortes en los fondos en las dos principales partidas - PAC de 0.35% al 0, 33% y Fondos de cohesión 0.37% al 0.32% - y un aumento de las aportaciones de los países más ricos o vía reducción de los cheques de compensación que reciben. Los contribuyentes netos quieren limitar el nuevo presupuesto al 1% del PIB europeo, por debajo del 1,114% reclamado por la Comisión Europea

 

Con la negociación del nuevo presupuesto se intentará nuevamente que España pase a ser de receptor neto a contribuyente neto. Esta posibilidad no está del todo clara, ya que los cambios propuestos pueden incluso beneficiar más a España que la actual situación. Para nuestro país el recorte será mayor en el caso de la agricultura, que pasará de representar el 0,57% al 0,44%. En materia de cohesión la reducción será más limitada al pasar de ser el 0,39% al 0,38%.

 

El nuevo método de cálculo de los beneficiarios es ventajoso para España. El FSE contaría con 100.000 millones de euros dirigidos a la migración, formación y cualificación de trabajadores, desempleo juvenil, gestión de fronteras, cambio climático retos demográficos, pymes, tecnología digital y educación, regiones consideradas “en transición” (75% - 90% al 75% - 100% de la media del PIB per cápita). España reúne puntos suficientes para estar entre los primeros receptores de esas ayudas en cada uno de estos programas. A esto debe unirse los proyectos de las empresas privadas cofinanciados con capital privado de las convocatorias que se engloban dentro de “Horizonte Europa” e InvestEU.

 

De mantenerse esta perspectiva, seríamos el cuarto país de la UE que más fondos aportaría al presupuesto de la UE, por detrás de Alemania (34.980 millones), Francia (23.060 millones) e Italia (15.250 millones). En quinta posición se situaría Países Bajos (7.670 millones), seguida de Polonia (6.180 millones), Suecia (4.920 millones) y Bélgica (4.520 millones).

 

España en el Parlamento Europeo

Por su población y la salida de Reino Unido, es la institución europea en la que podemos tener una mayor relevancia. Los miembros del Parlamento son elegidos directamente, y es una plataforma donde España puede intentar aumentar su influencia en el proceso de toma de decisiones.

 Nuestros representantes pertenecen en su mayoría a partidos europeístas. Desde hace décadas hay un consenso pluripartidista en la actitud hacia la UE. Hasta ahora, y pasando por los momentos convulsos de crisis económica, el Brexit y los flujos migratorios que han creado un fuerte debate en Europa, la respuesta de consenso española ha sido siempre abogar por una mayor integración.

 En la nueva legislatura los grupos deberán redoblar sus esfuerzos para conseguir una mayoría. El consenso socialista-cristianodemócrata de las últimas décadas no será, a partir de ahora, determinante a la hora de conformar el Parlamento Europeo. Por primera vez en la historia de las elecciones los dos grupos de centro no tendrán una mayoría en la Eurocámara. Además 55%-60% de los eurodiputados serán nuevos por lo que necesitarán tiempo de adaptación a la institución. Una buena parte de la memoria institucional se perdida se perderá en esta legislatura.

Resulta prioritario, el consenso, la creación de una estrategia eficaz en materia de política exterior, lucha contra el cambio climático, energías renovables o la gestión de las fronteras, materias en las que podemos tener una ventaja comparativa. Pero, la estabilidad nacional (tensiones independentistas en Cataluña, la aparición de la extrema derecha de VOX) y la falta de un debate interno sobre el futuro de la integración y el papel de España en el proyecto limitan la posibilidad de tener un impacto en Europa. Resolver la crisis del “ procésposibilitaría destinar las energías que España gasta en contener la internacionalización del conflicto en otros asuntos potenciando una mayor influencia española en el exterior.

 Otra posible línea de actuación, aprovechando su posición geográfica, es la creación de una sinergia entre los países del sur de Europa. Hay ejemplos de influencia por grupos regionales de países, como los de Visegrado o la liga Hanseática. España podría empezar a construir su papel regional mirando primero hacia Portugal sin renunciar a servir de interlocutor privilegiado con Hispanoamérica y con África a través de Guinea Ecuatorial.

A pesar del momento político nacional, los partidos políticos deberán intentar superar sus diferencias en el ámbito exterior dialogando, y trabajando de forma unida para acercarse a ese objetivo.