EL GRAN PROYECTO DE ESTADO

El valor de un país reside en su capital humano que es el gran proyecto de Estado porque siempre lo es de futuro.

Las crisis del siglo XXI, siguen maltratado a muchos jóvenes cuando el mundo ya contempla cambios trascendentales en sus sociedades; cuando fabricar o producir, educar o el empleo no será como los hemos conocido.

En España una mayoría de la población joven viene conviviendo, ¿“aclimatados”?, en una atmósfera de crisis de oportunidades. Ahora, además, la pandemia creará una deuda sin precedentes que deberá reembolsarse por ellos porque España se enfrenta desde hoy a un problema de sostenibilidad de su deuda en el largo plazo. Es tiempo, en consecuencia, de eludir la afición mágica a descargar nuestros costes a las siguientes generaciones; de la creencia, en otras palabras, de exigir derechos y prestaciones a costa de lo que sea y a costa de quien sea.

El mayor fracaso de nuestra sociedad es el elevado y persistente desempleo, que en el caso del juvenil lo es vergonzante. Hoy, con datos de agosto de 2020, es el mayor de la Unión Europea y con datos de julio de la OCDE, somos el país desarrollado con la mayor tasa de paro juvenil medida hasta los 25 años.

Más allá del abandono escolar y los desajustes entre enseñanza y el mercado de trabajo, y las ineficiencias de las políticas activas de empleo como de la negociación colectiva, la principal causa de este fracaso es la dualidad del mercado laboral que divide a los trabajadores entre los que disponen de un contrato indefinido, con elevadas indemnizaciones por despido, y los que tienen un contrato temporal con apenas protección.

Por un efecto directo de nuestra legislación laboral, las empresas perciben una mayor flexibilidad y “protección” ante peores escenarios futuros por lo que abusan de la contratación temporal dificultando la entrada en el mercado laboral de los jóvenes, que luego acabarán optando a contratos temporales.

A largo plazo, la temporalidad es un obstáculo para crecer en capital humano porque ni empresas ni eventuales tienen interés en la mejora de la formación.

Llegada así otra crisis, las empresas despiden a los trabajadores con contrato temporal y no a los indefinidos a quienes habría que abonar elevadas indemnizaciones, las mayores de la OCDE.

Y a la vista de ello, ¿pueden pararse nuestros jóvenes, siquiera a pensar o imaginar, sobre sus futuras pensiones?

Las previsiones demográficas (definitivas en esta cuestión!) y los cálculos del gasto en pensiones a largo plazo, son inquietantes y advierten de una realidad ineludible: el gasto se disparará en las próximas décadas y, aun siendo así, será difícil entonces mantener la actual generosidad de nuestro sistema de pensiones. Basta con ambas consideraciones para responder: tanto la gran indeterminación como la desigualdad con las actuales prestaciones, no invitan a ello.

Los indicadores más definitorios de la evolución son la migración, ¿lograremos atraer inmigración cualificada e irá siendo mayoritariamente joven?; el mercado de trabajo: tasa de actividad, tasa de paro y productividad; y la normativa a la espera: por ejemplo, edad de jubilación, número de años para calcular la base y revalorización de las pensiones.

¿Estará el Pacto de Toledo a la altura de sacar este asunto de la confrontación partidista y ofrecer, a los jóvenes en particular, claridad en la información del modelo, al tiempo que la de elegir opciones y alternativas para su futuro?

De la mano del paro caminan los sucesivos proyectos de nuestra educación: sin acento desde hace años, pronunciada con timidez, de un currículo de cambios frenéticos y con propuestas hacia un igualitarismo intenso, lejos de una sociedad de mérito.

Desde la ambición, la aspiración a la calidad y la excelencia y la cultura del esfuerzo, nuestra involución educativa es manifiesta y su perjuicio indudable para las generaciones próximas. La tasa de abandono escolar, realidad que anuncia el gran paro juvenil, atestigua la débil respuesta de país para comprometerse con una gestión y orientación exigentes de la escuela, de la formación general y profesional y de la Universidad.

El vínculo entre Educación y Formación construye Ciudadanía, crea la Cohesión Social y cimenta la deseable Cohesión Nacional.

Debemos ser capaces de concentrar todas las energías necesarias en los proyectos conformadores de futuro que proporcionen capacidades y desarrollo personal a nuestros ciudadanos.

Para permanecer establemente en el concierto de los países avanzados, España tendrá que esforzarse, sin dilaciones, en políticas de educación, investigación básica, innovación y desarrollo y fomento del emprendimiento; en definitiva, un modelo de crecimiento basado en el conocimiento que es poco compatible con nuestro marco laboral.

Este esfuerzo se concreta en pocas palabras: cerrar la brecha de productividad y de empleos cualificados que nos separa de los países más desarrollados, como los del norte de Europa.

La mejora de nuestro capital humano debe constituirse en una exigencia y compromiso nacionales, es el PLAN ESTRATÉGICO DE ESPAÑA a la vista de nuestra experiencia, pero lo es obligado también si, realmente, deseamos volver a hablar con voz propia, ser creíbles como nación y situarnos en el pulmón de la Unión Europea.

La importante respuesta de los socios europeos a la pandemia, conocida como “Próxima Generación “, puede ser una clara oportunidad. Es también una gran novedad que está sorteando importantes dificultades para el reencuentro europeo Norte-Sur. Este reencuentro debería retroalimentar nuestro mercado interior europeo mediante el estímulo económico de los países del norte para facilitar las exportaciones de los segundos, y el compromiso de los del sur a reformar sus economías y mejorar su capital humano que evite la dependencia de transferencias, más o menos continuas, desde los países del norte.

El cumplimiento de este pacto significará, de manera muy importante, la supervivencia y la operatividad de la zona euro como una iniciativa histórica y relevante en el cruce de intereses geoestratégicos.

España, como sabemos, tiene una escasa fortaleza para influir en los términos de este acuerdo.

Finalmente, no obstante todo lo anterior!, una contemplación general de la economía española desde diversas dimensiones , como su capital humano, la formación de su población, la calidad institucional, el Estado de derecho, las administraciones públicas en su eficiencia, el sistema judicial, la productividad empresarial o la internacionalización, nos sitúan invariablemente entre los quince y veinte mejores países del mundo. Entonces, ¿por qué nuestra grave anomalía en desempleo?

El reto, insistimos, lo es de una gran reforma estructural prioritaria y continua; esto es, una gran iniciativa ausente de los retornos políticos inmediatos y de intereses cortoplacistas. ¿Podemos aprovechar nuestro potencial?

En consecuencia, la Asociación Encuentros y Acuerdos propone priorizar un “Proyecto de estrategias políticas para el desarrollo del capital humano. Educación y empleo de calidad” que ha de constituirse como una acción institucional de país que atienda el valor permanente de la formación y la capacidad de sus ciudadanos; como concreción de la dignidad de la persona y como elemento integral del contrato social generacional.

Hoy la legitimidad de nuestro Estado de Bienestar se justifica en ofrecer una real y potente igualdad de oportunidades a sus jóvenes; ya no solo prestaciones.

 

Los jóvenes no pueden seguir siendo en España los eternos perdedores.

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